Las mujeres venezolanas, que representan la mitad de la población (49,6%), han modificado apreciablemente sus características demográficas desde mediados de siglo, tanto como producto de los cambios poblacionales generales, como en relación con factores que las implican específicamente.
En cifras promedio, las venezolanas son ya abrumadoramente urbanas, principalmente jóvenes-adultas (y no tan jóvenes como hasta 1970) y han reducido a la mitad la cantidad de hijos que tienen durante su vida fértil.
Los cambios demográficos de Venezuela son bastante singulares en la región: se trata del país que más ha crecido en las últimas cuatro décadas, llegando a cuadruplicar su población, sobre la base de un fuerte crecimiento natural y de un poderoso movimiento inmigratorio que dura hasta hoy, aunque haya reducido su ritmo durante los años ochenta.
En efecto, Venezuela poseía cinco millones de habitantes en 1950 y esa cifra había ascendido hasta casi veinte millones en 1990. Ese fuerte crecimiento poblacional es el resultado de una combinación de los factores naturales, nacimientos y muertes, y el factor referido a los movimientos migratorios, que en Venezuela son positivos en las pasadas décadas. Según el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE), entre 1950 y 1990 ese saldo positivo era de un millón y cuarto de personas, de las cuales más de 725 mil ingresaron en la década de los setenta, cuando tenía lugar en el país la expansión económica producida por la comercialización petrolera. Esa inmigración ha sido algo mayor de hombres que de mujeres: en los cuarenta años mencionados los varones fueron el 54% del total de inmigrantes.
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